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martes, 8 de febrero de 2011

De maestros...

Bueno, ya que estaba en el tema de los maestros y lo de leer (gracias a Kabán, que no me desvió del tema); voy a hablar sobre aquellos buenos tiempos de cuando yo era una persona muy pequeñita. 

De verdad, pequeñitita. Pudo haber sido tiroides o algo así.

En fin, yo sé que ustedes tienen un maestro al que siempre van a recordar - quizá se les olvide su cara, o si era gordito o flacón, o su voz; pero, carajo, siempre van a recordar una frase o algo que haya hecho.
Su sonrisa, quizá. Tal vez su nariz llena de pelos (válgame Jebuz, eso no se los deseo). A lo mejor su "pienso, razono, reflexiono". Ah, como me caga esa frase. Lo hago y punto. Para eso existe la postday.

Blablabla, pues. Voy a hablar de una de estas maestras.

Hace mucho, en segundo año de primaria... ¿o fue primero? Ah, esas malditas mañas de poner la misma maestra en dos años seguidos.
Estaba yo -platicando- en el salón muy feliz. Nunca me callaba. Mis boletas dicen "habla mucho", "debe hablar menos", "no se calla durante la clase" y etcéteras. Eso no importa, estaba hablando. Oh, esas sillitas de parejas son la verga... 

Entonces, que llega la maestra y me dice que vaya. Y obedecí (porque no me pidió callarme, por eso le obedecí). Y que me pregunta algo que sencillamente no entendí. Entonces me dice que habrá un concurso de Lectura entre todos los de la escuela, y que estaba pensando en que yo participara. A mi, pos me dió igual. Era una mocosa de 7 años. Si me sacaban de clase, por mi, hasta pa' pelar elotes. Ok, esto no es lo importante pues.

El chiste es que me dejaron caer todo de chingadazo, yo solo fingía y asentía. Pero no entendía ni madres.

La maestra me sacó más que aturdida del salón y me dijo que fuera con la maestra Aurora. 

Veinte segundos me tardé en preguntar una de las frases que se volvería presente por el resto de mi vida (o, al menos, hasta el día de hoy):

"¿Q... Quién es la maestra Aurnlio?" pregunté, fingiendo decir el nombre, porque ni so caché.

"Aurora. Una morenita, de cabello negro, corto, como de honguito; que trae un traje entalladito, flaquita, de color azz.... Mira ahí viene, vete."

No mamen, yo era la persona más tímida del mundo; caminé dos pasos, volteé por toda la escuela, me asaltó un ataque de nervios y pumpaz. Miré a la maestra de nuevo con cara de WTF?!
La maestra suspiró, me tomó de la mano y me llevó casi corriendo a donde venía la susodicha maestra Aurora. Con los ojos como plato de que la verdad yo no sé en qué chingados me metí. 

Las maestras intercambiaron un par de palabras, creo que concernían a el lugar donde sería el concurso y que yo sería la participante para primer año de primaria. O de segundo. Whatever. Hasta ahora me detengo a pensar que lo más posible es que fuese la única concursante de ese grado.

En fin, la maestra me tomó de la mano y me preguntó mi nombre.
Tartamudeé "allizzia".

Ella se puso a hablar de que le gustaba mi nombre. Me dijo que no estuviera nerviosa, que nada más iba a leer un cuentillo que me iban a dar. Me explicó que cuando llegara, se iban a rifar los turnos. Luego, nos íbamos a sentar en las bancas que había allí, y que esperara mi turno y escuchara a los demás. 
Me pidió que leyera muy bonito, respetando las comas y los puntos. Me preguntó la diferencia entre ellos y me dio las típicas lecciones sobre ellos. Todo en un par de minutos. Fue concisa, al grano y punto. Sonreía mucho. Hablaba normal, como cualquier otra persona. No como una maestra. Me dijo que estaba muy delgadita yo -lo cual repitió por muchos muchos años más- y me llevó de la mano hasta un salón que estaba del otro lado de la escuela. Un salón que jamás había visto. Un salón que -dada la alta concentración- nos tocó ocupar en sexto año. 

El techo era de dos aguas, parecía una cabaña más que un salón. Estaba oscuro. O, creo recordar eso. Había muchas bancas, aunque -según mis recuerdos-  no estaban en filas. Sólo estaban ahí, donde decidieron estar.

La maestra -quien ya se había ganado mi confianza- me dijo que me sentara en una. En un buen grito, como si fuese una fiesta, avisó que ya estaba aquí. 
Posiblemente me estaban esperando solo a mi.

Cuando empezaron a repartir los papelitos, me asusté de nuevo. Me sentí sola. 
Me dieron el último papelito (también, estaba bien mini, ni me iba a meter a pelearme por uno). Era uno de los últimos turnos. Carajo.

Por horas me aburrí allí, escuchando cuentos, tipos pretenciosos que se la querían tirar de super lectores, morritos que la verdad leían de la hueva -a sílaba por sílaba- y presentaciones. Hueva.

Por fin me tocó.

Me invadió la inseguridad y me levanté y me quedé con mi faldita ondeando.
¿Qué hago?

Entonces, volteé a ver a la maestra de nuevo. Estaba sonriendo. Me guiñó un ojo.

Así que tomé la hoja que me pasaban, me paré donde todos se habían parado, respiré bien juerte, y empecé a leer.

Leer era fácil para mi. Leer en voz alta me relajaba. Escuchar las ondas de mi voz subiendo por mi garganta, hasta la nuca y en mis sienes. 
Las palabras salieron fáciles. Terminé -lo que yo considero- bastante rápido de leer. Respeté comas y puntos. Y todo eso. Quizá no pusiera énfasis en lo que decía la historia, pero ya, pedían mucho carajo.

Cuando terminé, me quedé viendo las letras un momento más y miré hacia el frente. Me pidieron la hoja, y me senté.

Me da mucho coraje que en las escuelas públicas no se pongan a planear nada: todo al aventón y chingue a su madre. Digo, me dijeron del concurso el mero día. Eso sí es un poco molesto.


En fin, que todo terminó, gané el segundo lugar (idiotas pobres, los de sexto), me dieron un diploma y unas libretillas y ya. 

La maestra Aurora se acercó y me dijo que leí muy bien, que felicidades y todo eso.
Luego ya me pude ir a mi salón, a chingar a mi madre.







El chiste de todo esto, era recordar que es especial cuando encuentras una persona que no conoces; pero en poco tiempo te hace sentir muy bien y la verdad es bien chido encontrar ese tipo de personas. A mi me gustaría ser así. Poder reconfortar a un desconocido. Poder llegar y preguntarle si se siente bien, que no se agüite, que la vida tiene sus bonitas cochinadas de vez en cuando, y tomarles la mano. Pero yo no tengo la labia, me trabo, hablo bien feo.

A que ustedes también recuerdan a alguien así, ¿o me equivoco?



5 comentarios:

DvD dijo...

Jajaja, eras un poquitín tímida cuando pequeña xD




Saludos

Alicia L. dijo...

Sobres. Lo admito. Lo sigo siendo.

Alejandro Aguilar dijo...

Jajaj, bueno. Yo, hablando de maistros, recuerdo a uno que cuando escribi mi primer cuento (que de echo me plagie) me dijo: Siempre sigue aquello que te haga sentir vivo.


El maestro, aunque era/es gay, me impulso a mejorar.







Dark Angel

KabaN dijo...

Yo...

Creo recordarlo.

Alicia L. dijo...

Uno de mis primeros cuentos también fue plagiado... Ja.


Lo siento, K, te quiero.

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