Parece entender lo que dice.

Verán. El otro día, como soy una mujer bien responsable, me fui a hacer la tarea al parque. No es que haya sido de mi agrado, sino que "tenía que observar la socieda'". 


Así pues, llegué al parque y pensé en sentarme en la banca más próxima, porque tenía una hueva universal (digo, del tamaño del universo). Desgraciadamente, unos ñiños estaban jugando fusbal ahí mesmo, y deben saber que yo atraigo a los balones.


En la siguiente banca estaba sentada una viejita. En la última, nadie. Pero mi gran hueva me llevó a sentarme junto a la doñita, que se tapaba con un rebozo.


"Buenas tardes." Le dije. Ya ven, que educada soy.


"Buenas tardes." Dijo ella con efusividad y temblor por la edad. Y el frío, si venía tapada como tamal. "¡Qué frío hace, ¿verdad?!" Me dijo... mirándome los brazos desnudos por primera vez.


"Sí, un poquito." Contesté con una sonrisa medio seca.


Me puse a hacer la tarea... que terminé en 17 segundos, si ya saben que escribir poco no se me da.


Cuando me dispuse a ir, cerré la libreta y me paré.


"¿Ya terminó la tarea?" Preguntó Doña Chismes, con acento extranjero. Pensé que era español, pero bien pudo ser colombiano o chileno. 


"Ya. Esto se hace rápido." Le dije, con ganas de irme porque el frío comenzaba a calarme. 


"Que bueno, que hace su tarea. Porque las mujeres deben estudiar mucho, sí. Y estudie mucho, eh. Luego sino se hacen bien inútiles y si el marido les sale malo, se tienen que atener a él..."


"Eh, sí. Jeje." Primero pensé en mi madre, luego en que tenía un chingomadral de frío, y luego en que la Doña pugnaba por hablar con alguien. Bueno, eso le delató el resto de la conversación. Monólogo, perdón.


Para no hacérselas largas, me repitió varias veces que teníamos que estudiar porque los maridos luego salen siendo unos cabrones pelafustanes que nunca nos dan de comer. Ok, lo edité, pero no recuerdo sus palabras exactas. No difieren mucho, de todos modos. Que su hija siempre reprobaba y ella le daba duro y dale con que fuese a la escuela y ahora, si se le antoja, manda al marido al carajo y ya. Me lo dijo muchas veces y me lo remarcó y me lo remarcó. A 50 palabras de su monólogo, cambié a "Finge y asiente", así que fingí que escuchaba mientras asentía.


No me dieron ganas de decirle que no me gustaría casarme, así mucho mucho, bueno, nada.  Pero si algún día me pasa, como a todas las mujeres, porque, digo, estúpidas hormonas, siempre ganan; ¿qué carajos después? Un día, describí ese momento como una despedida a mi misma: habría alcohol, nicotina, y mucha mucha tinta. No daré detalles, pero son muy lindos. Macabros para otros, pero meh, los otros suelen asesinar gente.


En fin, en mi absentmindedly thinking, dije sin querer: "A mi me gustaría estudiar letras..." y miré al infinito. No. No me daría para mantenerme siquiera a mi. A nadie, básicamente. 
El corazón se me oprimió.


"Ah, Filosofía y Letras. Eso está muy bien. Pero una debe recordar que debe estudiar algo que le de, sino, digo, también que le guste a uno...."


Una hora antes, hablaba con efusión de mi pasión: criticar libros. Critiqué libros a lo bruto y me recomendaron unos otros. Una ex-ciega me recomendó libros, ja, irónico.
Pero no me engaño, yo no ganaría nada con ello. Nada. Quizá sea buena en ello, en verdad que adoro criticar a cualquiera que escriba (aunque yo lo haga del demonio, como ya habrán dadose cuenta). 


"Eh, sí, bueno, ya me voy. Ya sabe, el frío, me puedo enfermar y todo eso, ¡brrr!"
Y me levanté y me fui. El frío me distrajo principalmente... 




Sin embargo, esa señora sacó una de las peores cosas de mi. Me insinuó que mi sueño me ataría a un hombre. Ja-ja, doña.


Veremos quien ríe al último.