El chiste de todo esto es que, odio admitirlo, pero tenía mejor arsenal que nosotros, se notaba que había conseguido unos cuantos cuetitos un tanto más caros y mejor armados.
Después de quedar con cara de idiotas viendo el espectáculo que estaba armando la pequeña, otro pequeño ruido me hizo voltear. Miré hacia el suelo y ví un cañon... prendido... justo a nuestros pies...
En ese momento mi mente pensó tan rápido que aún sigo sorprendido. Después de recordar muchas películas de acción y tomar a mi primo muy fuertemente, lo arrojé (por no decir taclear) lo más lejos que pude y patié el explosivo lo más fuerte que pude.
Despué de hacer explosión y volar en pedacitos unas cuantas flores a las que fue a parar, localizé al pequeño engendro...
Era un niñito de no más de 4 años que se divertía arrojando cañoncitos con su padre que obviamente no le dijo a su hijo que no es nada bueno arrojarlos contra las personas.
Después de muchas disculpas (del padre) y mentadas entre dientes (de mi primo/mias) nos retiramos del lugar, no sin antes buscar venganza colocando una bomba de humo cerca del infante.
"Su ropa holera a pólvora por días..." susurré antes de soltar una macabra risa de villano.
Queridos críticos, esta será mi última entrada del año y creo que la última entrada de Prófugos del año. si es que allizzia se anima el martes. Les deseo una muy feliz navidad y un año nuevo bien v
3 comentarios:
A huevo. Pensé que ya no posteabas.
Lindo.
Que chido que te divertiste.
eso sono extremadamente divertido...
Dudas de mi... ja!
Y aunque no lo creas... lo fué.
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