Fue un tanto agotador escribir la entrada pasada.
Así que ahora postearé algo muy soso.
Verán, acabo de regresar de un cortísimo viaje del DF. Sí, por primera vez.
Mis padres le tenían miedo a la ciudad, por alguna razón, y nunca jamás había ido, aunque rogué a mis padres que me llevasen por favor durante seis largos años.
En fin, adoré la ciudad.
Me di cuenta de que es bien lindo -a mis padres no les parece, pero soy yo la filantropa, supongo- que puedes ir rascándote la cola y a todo el mundo le parece igual.
¿En qué otro lado puedes hacer cosas en la calle sin que a los otros les de un demonio?
Nací y he vivido toda mi vida en un lugar donde todo es juzgado, todo. Maldito estado catoliloco medieval. Si vas agarrando la mano de tu pareja, si estás besando a alguien en la calle, si estás cortando hierbas a un lado del camino, cualquier cosa, siempre hay alguien que te mira mal.
Pensé que esos lugares no existían. Poof, que equivocada estaba.
Iba caminando por ... ok, ni idea, pero iba caminando por ahí.
Y había un señor sentado en una macetera/jardinera.
Tenía una rama en la mano.
Y había una abeja volando cerca de él.
Me quedé un rato viéndolo.
El señor ocupaba su tiempo esperando a que la abeja se detuviera en la jardinera, donde la espantaba con la rama. La abeja, cuando pensaba que el peligro había pasado, se volvía a posar allí. El señor la volvía a espantar.
Lo hizo como 5 veces, en lo que estuve allí.
Se llama ocio, señor. Se llama ocio.
Viva Tenochtitlán, señores.
Walk
Hace 7 años
3 comentarios:
El ocio es lo más bonito de México, me consta.
Saludos
n_n
Te quiero tanto...
Jajaja yo quiero una vida asi (como la de el señor) te sigo =). Feliz Navidad
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