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sábado, 27 de agosto de 2011

La discriminancia

¡Lo siento, lo siento queridos y pocos lectores!
La neta es que sí iba a publicar el martes, pero lo olvidé y como Kabán ya se había ofrecido a publicar... Pues...


En fin, lo que Kabancito ha dicho, es cierto. No he publicado las últimas... ¿dos? semanas porque resulta que los martes me la paso todo el día en la escuela. Doce horas, por si se lo preguntaban. No me molesta, amo la escuela. Semos bien nerds. Sé que quizá eso signifique que el martes es uno de esos días en que tenga más acceso a internet, pero luego me ocupo mandando tareas a última hora: estilo a la mexicana, le dicen.


En fin, hoy les voy a contar la triste historia de la discriminación contra nosotros los probes estudiantes de Ciencias sociales y humanidades. Ahora que entro a la escuela me doy cuenta de la desgracia.


Verán, desde que decidí entrar a esta escuela sufro el típico "¿Letras? ¿Qué es eso?". Mi carrera es letras hispánicas, nos dedicamos a las letras. A veces es un poco difícil de entender pero no le veo qué tanto. Ajá, a leer, a escribir, a analizar, a todo eso que tiene letras. Mi escuela se acompaña con filosofía e historia. Estamos muy abandonados, pero me doy cuenta de que nos gusta nuestro claustro.


Pero ahora que llevo algunos días en la escuela, me doy cuenta de que la discriminación no es sólo la carrera: a nosotros siempre nos miran raro.


¡NI SIQUIERA NOS CONOCEN,  for heaven's sake! Reconozco que las apariencias tienen un algo que ver, lo admito. Pero ser juzgado por la universidad en que estudias... ¡Bueno, eso sí que es interesante!


Ahora hacemos bromas, las madres nos verán y cubrirán a sus hijos "no vaya a ser contagioso". 


Lo cuál me recuerda a algo que me pasó hace mucho tiempo y les contaré nomás pa' que vean que sí los quiero y para que no anden de juzgones.


Hace tiempo acudí a un concurso de cuentos en una de las escuela con fama de ser fresa, cara, mamona y pretenciosa. Sólo íbamos tres personas, el participante, una compañera y yo; y el profesor (los profesores como ese tipo, a veces dejan de ser personas).


La compañera y yo estábamos decididas a desenmascarar lo mamones, pretenciosas y fresas que eran las nenas hijas de papi de la escuela. Así que cuando llegamos a la escuela, lo primero que hicimos fue llegar a la defensiva con la pobre edecán. La muchacha, que resultó ser un pan de dios, los tomó del codo y nos dio la bienvenida, nos llevó hasta el lugar, se disculpó de lo feo que era su auditorio (sí que lo era), nos preguntó cosas sobre nosotros, conversó un poco y se retiró cual perfecta lectora del carreño. 


La neta es que nos dejaron boquiabiertas a mí y a la compañera. Definitivamente nos avergonzamos a nosotras mismas, portándonos con un bloqueo total hacia la pobre muchacha. La misma que más tarde nos llevó hasta el baño en momentos de urgencia.


Así que, ahora, saben que antes de juzgar a alguien por el lugar en el que está o por su estado o por cualquier otra cosa; ya saben, nosotros insultamos con frases que no van a entender.


Ahórrennos la molestia por favor.




PD. Ya les presumí mi vida universitaria, ya me voy. Gracias... Totales.

2 comentarios:

Frédéric dijo...

Neh, yo admito que soy la neta para juzgar jajaja.

Tengo ese sexto sentido.

Alejandro Aguilar dijo...

Y en que uni estas??

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