Esta es la corta historia del tipo molesto de la fiesta del pasado sábado.
Verán, después de que me dejaran esperando un hora afuera ( grrr... ), entré a la fiesta donde abundaban y hervían los chavitos fresas.
Disculpen, pero cuando yo iba a los quinces de mis amigas, había puro perreo porque, pues, no jodan, no había dinero para contratar a Paul Potts.
En fin, llegué y me senté a la mesa. Había un tipo desconocido a un lado de mi.
- Pues ustedes, que siguen robándome las sillas.
Dijo el tipo desconocido. Meh, pensé. Me puse a platicar y esas cosas que hacen la mujeres en una fiesta. Criticar a los demás e ignorar cualquier otra cosa.
Entonces llegaron los amigos del tipo desconocido y se sentaron. Pero no cabían. Así que siguió quejándose de que le habíamos robado la mesa. Y luego me volteó a ver.
- Yo soy una dama. Yo jamás robaría nada.
Dije con inocencia. El tipo siguió quejándose con su voz molesta y en algún momento me hartó.
- ¿Quién carajos es este tipo?
Pregunté a una amiga.
- Ni idea
Ah. Verdaderamente era un extraño.
Mis amigas, eventualmente, le hicieron plática y le preguntaron su nombre.
- Bernardo
Entendimos entre el sonido fresa de la fiesta.
- ¡Aah, Bernie!
Dijeron mis amigas. Ajá, chistoso.
- FFFFFFernando.
Oh. Whatever, igual no le planeaba hablar. Desgraciadamente, al ser yo la que estaba más cerca a él, su conversación se dirigió a mi.
- ¿Cómo te llamas?
- Allizzia.
Y luego olvidó nuestros nombres, así que decidí divertirme un poco.
- ¿Cómo dijiste que te llamabas?
- Marcela
Una de mi amigas decidió soltar la risa más fuerte que pudo crear. Dha, ¡me echas de cabeza, mujer!
- No, ya. De verdad.
- Ya pues. Laura.
- ¿Laura?
- ¡No! ¡Karina!
- ¿Qué?
- ¡MU-RI-EL!
Después se dió cuenta del juego. Fun's over folks. Luego decidió preguntarme donde estudiaba.
- Con ellas.
Gesturizé a mis amigas. Mi amiga volvió a reírse. Siempre jode mis bromas.
- No, ya, ¿donde estudian?
- En una escuela.
Me echó la mano mi amiga. Finalmente decidió hacer algo que no fuese reírse.
- ¿Van en el Rudyard?
Nos preguntó.
- No.
Contesté. Así. Seco.
- A mi se me hace como que te conozco. No sé, como que te he visto antes.
- No creo.
- Es que te me haces conocida. Como que te he visto en la plaza (cabe remarcar que en nuestro pueblo solo hay una plaza, semos un pueblito chiquito).
- No me gusta ir a la plaza.
- Bueno, en otro lado.
- No me gusta salir, ni de mi casa, ni de mi colonia.
- ¿Cómo que eres bien cortante, no?
- No. Yo soy la carisma en persona. De verdad no creo que me hayas visto en otro lado. De seguro me parezco a alguien que conoces.
- N. ¡Cámbiame de lugar!
Le rogué. Como jodía el pobre. Y no se calló. ¿Qué onda con la juventud de ese lugar?
Walk
Hace 7 años
3 comentarios:
Quizá se sentía solo... ¿No vez que a los fresas nadie los quiere?
Me recordaste cuando era joven. Habia un antrillo (donde ahora es la esquinita botanera) donde se hacia una fiesta de disfraces. Por pura pinchi estupides llegamos a caer alli. Habia puro fresa, escualido, pendejo y con cara de ¡Golpeame Fuerte! Y que se acerca un wey a querer sacarle platica a mi chica. Y que le rompo su madre. Y que nos sacan. See! lo unico bueno de aquella noche es que no pagamos la cuenta. Y nos llevamos la botella.
Dark Angel
Demonios... ¿por qué no estuve ahí?
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